lunes, 23 de noviembre de 2015

Embarazo y Toxoplasmosis

La toxoplasmosis en el embarazo es una enfermedad que se contagia a través de la ingesta de carne cruda contaminada, embutidos, carnes saladas, u otros alimentos como la leche o los huevos. También se puede contagiar a través de otros medios, como el contacto con las heces de ciertos animales contaminados, el ejemplo que siempre se pone es el del gato, sin embargo no es el único receptor de esta enfermedad.


El protozoo parásito Toxoplasma Gondii,  genera unos síntomas parecidos a los del resfriado común (fiebre, dolor de cabeza, adenopatías y erupciones cutáneas). Por eso, a lo mejor has pasado la enfermedad, pero ni siquiera te has dado cuenta.
Un análisis de sangre será necesario para saber si has padecido la enfermedad. El análisis revelará si tienes anticuerpos contra el toxoplasma (IgC). 
En caso positivo, es muy raro que vuelvas a pasar la infección, a no ser que tu sistema inmunitario no funcione bien. Además, tampoco podrás transmitírsela a tu hijo. Si el resultado es negativo, quiere decir que no has estado infectada por el toxoplasma y que puedes contraer la enfermedad durante tu gestación. Por eso, a lo largo del embarazo tendrás que seguir realizándote analíticas.
Si la llegas a padecer, el ginecólogo te pondrá el tratamiento pertinente. 

Cualquier felino puede contagiarte de toxoplasmosis, pero también la carne cruda o poco hecha (sobre todo de cerdo y vacuno, y también la de caza),  utensilios de cocina que hayan estado en contacto con esa carne cruda, las frutas sin pelar, las verduras con piel que no hayan sido cocidas o el contacto con tierra o la arena en la cual hayan defecado animales infectados son otras vías de contagio. 

La enfermedad puede ser transmitida al feto a través de la placenta, pudiendo llegar a producirse un aborto o un nacimiento prematuro. Además, puede afectar a la vista, al hígado, al corazón o al bazo de tu bebé, o provocarle hidrocefalia. El toxoplasma no siempre afecta al feto y en el daño causado influye bastante el momento de gestación en que te encuentres.  Las lesiones más severas se producen en el primer trimestre y después del tercer trimestre la afectación del feto es menos grave. La ecografía no es útil para diagnosticar si el feto se ha infectado, por ello para determinar si tu bebé se ha contagiado con el virus, se puede detectar ADN específico de toxoplasma en el líquido amniótico, a partir de las 18 semanas de gestación.
Si tienes gato, es importante que, para no correr riesgos, evites que el animal salga fuera de casa, para que no entre en contacto con alimentos o con otros animales que puedan transmitirle la enfermedad. También es esencial que no seas tú la que limpie la arena del gato, ya que el toxoplasma puede llegar a vivir en las heces hasta 18 meses, según las condiciones ambientales. El parásito se destruye a temperaturas superiores a los 67-70ºC, así que debes cocer los alimentos por encima de estos grados. No tomes la carne cruda ni poco hecha. Por ejemplo, la parte central de una hamburgesa puede seguir cruda tras cocinarla. 
Respecto a los embutidos, sólo debes comer los que hayan sido cocinados, como el jamón cocido o el pavo.
La higiene es esencial: lava los alimentos muy bien (en especial la fruta y la verdura) y lávate bien las manos después de estar en contacto con alimentos que puedan transmitirte el toxoplasma.
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